Es así como empieza todo, ¿no?
Érase un vez, una niña, que quería entrenar delfines, pero esa niña fue perdiendo su inocencia poco a poco y aprendió que nunca llegaría a cumplir ese sueño...
Ahora esa niña ha crecido, se ha convertido en una persona adulta y madura, que sigue soñando, pero sólo cuando duerme, cuando está despierta, aparta toda su imaginación a un rincón de su mente y se dedica a tener los pies en la tierra.
Y recuerda lo que le dijo una vez alguien... Un anciano, quizás no tan sabio, pero que le enseñó una gran lección: toda nuestra vida se rige por los sueños y los deseos, y sin ellos, estamos perdidos.
Gracias a eso, la niña (ya no tan niña), ha creado un nuevo sueño, una nueva ilusión, poder escribir, con las palabras se expresa, expresa lo que siente y aunque se diga que los ojos son el espejo del alma, para ella, lo es la escritura.
Por eso mismo, a esta niña que hace no mucho maduró, le gustaría cumplir su nuevo sueño, por que realmente lo anhela y por que espera que ese anciano que le enseñó que no debería renunciar a sus deseos, vea que lo ha conseguido, que por fin es lo que quiere ser, una escritora.
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