Oh, bueno, claro, nunca puedes experimentar eso, si nunca te arriesgas a llegar a situaciones en las que te ocurra, no puedes experimentar lo que se siente. ¿Para que vas a hacerlo? ¿Y arriesgarte a perder ese hielo que tienes en los ojos y en los labios?
De verdad, daría lo que fuera por que sólo una vez, salieras de donde estás metido, miraras un poco a tu alrededor y te derritieras en una sonrisa, pero no de esas cínicas que regalas, si no, en una sincera.
Culpa mia.
Yo por creerte. Tú por mentirme.
¿Ah, no? Pues dime entonces que es lo que quieres, por que si no me mentías, no sé que hacías. No sé que pretendes, mirando por encima del hombro, mi estúpida frustración, maldito odio que encierran mis labios, reprimido, sin valor.
De esta manera, cada uno en sus cosas, en su vida, yo me consumo, igual que en un pequeño infierno particular.
Pues somos un infierno sostenido.
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